¿No quieres ser libre?
“Cristo nos dio libertad para que seamos libres” (Gálatas 5: 1).
La marcha de la muerte de Bataán es considerada como uno de los más infames crímenes perpetrados contra la humanidad. Todo comenzó el 3 de abril de 1942, cuando las fuerzas filipinas y estadounidenses se rindieron ante la embestida despiadada de la armada japonesa. Más de setenta mil prisioneros de guerra, soldados y civiles, fueron obligados a caminar más de cien kilómetros, bajo una serie de abusos. Muchos murieron durante la travesía, algunos ejecutados de forma sumaria. El resto fueron finalmente confinados en un campo de concentración de Filipinas. El estado de estos prisioneros era deprimente. Las constantes golpizas, la falta de alimentación y las enfermedades, los debilitaron por completo física y emocionalmente.
En enero de 1945, la guarnición japonesa que estaba asentada en el campo de concentración se retiró del lugar, dejando en completa libertad a los prisioneros. Sin embargo, los cautivos rehusaban creer lo que ya era evidente: que eran libres. Creyeron que era un truco, un engaño. Supusieron que si intentaban escapar serían fusilados por los soldados japoneses que seguramente estaban escondidos entre los matorrales.
No fue hasta el 28 de enero de 1945 cuando se dieron cuenta de que su libertad era real. Un comando especial de soldados estadounidenses entró al campo y liberó a los rehenes. Pero algunos, como el capitán Bert Bank, que se había quedado ciego, seguían dudando de la libertad que habían recibido. Bert no quería salir de su confinamiento. Según cuenta Matt Heard en su libro Life with a Capital L, un soldado se acercó a Bert y le dijo: “¿’Qué le pasa? ¿No quiere ser libre?” Bank, que se había criado en Alabama, reconoció el típico acento sureño. Sonrió y, lleno de gozo, comenzó su viaje hacia la libertad” (pp. 80,81).
Como Bert Bank, nosotros necesitamos creer que somos libres; que ya no somos esclavos de Satanás; que ya no somos rehenes de las fuerzas del mal. No obstante, algunos no lo creemos; necesitamos sentir y escuchar esa voz que nos diga que ya somos libres. En vi libro de Gálatas ha quedado registrado este maravilloso mensaje: “Ustedes ya son hijos. Dios ha enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama ‘¡Abba!¡Padre!’ Así que ya no eres esclavo sino hijo; y como eres hijo, Dios te ha hecho también heredero” (Gálatas 4:6-7). No eres esclavo del mal ¡eres un hijo de Rey del universo!
#LibreenJesús
#LibertaddelPecado
Tomado de: Lecturas Devocionales para Jóvenes 2016
“Visita mi Muro, 366 Mensajes que Inspiran”
Por: J. Vladimir Polanco
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